Con profunda tristeza, pero confiandos en la promesa eterna de Dios, anunciamos que Marina A. Rivera Jacinto, de 65 años fue llamada a la presencia del Señor el 1 de diciembre de 2025.
Marina nació el 22 de agosto de 1960, en Guatemala, hija de Zoila y Manuel Jacinto. A lo largo de su vida fue una mujer de fe católica, de corazón noble, bondadoso y siempre dispuesto a ayudar. Su vida fue un ejemplo de amor, entrega y generosidad.
Le sobreviven su amado esposo Gonzalo Rivera, su hijo Roberto Rivera, y su adorada nieta Stella Rivera, quien fue su orgullo, su alegría más grande y la fuerza que siempre la impulsó a seguir adelante.
También le sobreviven sus hermanos y hermanas: Olga Jerez, Ana Villegas, Emma Sánchez, Edgar Jacinto, Alex Jacinto, Edwin Jacinto, Lorens Hichos y Tono Jacinto quienes la amaron profundamente y hoy honran su memoria.
Marina fue una mujer que vivió plenamente en el amor a su familia. Le encantaba pasar tiempo con ellos, especialmente cocinando. Su comida no solo alimentaba sino que unía corazones.
Reunir a su familia alrededor de la mesa era uno de sus mayores placeres.
Disfrutaba muchísimo compartir pan y café con su hermanita Olga, recordando juntas su infancia en Guatemala, risas, historias, y momentos que siempre mantuvieron unidas sus almas.
Tenía un corazón inmenso para el prójimo: era capaz de ayudar a cualquiera sin esperar nada a cambio.
Entre sus muchos actos de bondad destaca uno muy especial: en una ocasión reunió juguetes y los llevó a niños en México que eran muy pobres.
Fue una muestra sincera de la compasión que llenaba su corazón.
Muchas personas acudían a ella en busca de consejo. Marina tenía una forma única de escuchar, orientar y ofrecer palabras de apoyo llenas de paz, sabiduría y cariño.
Era amada más allá de cualquier frontera.
En California, tenía amistades y familiares que la amaban.
En México, era recibida como familia, con celebraciones y cariño en cada visita.
Y en Utah, aun en poco tiempo, su sonrisa contagiosa y su hermosa personalidad le ganaron amistades profundas.
Donde ella iba, dejaba luz.
Marina era el tipo de persona que daba lo que tenía —incluso su último dólar— si veía a alguien en necesidad. Siempre se preocupaba primero por los demás antes que por sí misma. Su generosidad, su calidez y su amor vivirán eternamente en todos que tuvieron la dicha de conocerla.
Que su alma descanse en la paz del Señor, y que la luz perpetua brille para ella.
Que sea recibida en la entrada del cielo por sus seres queridos que la esperan en la casa del padre.
Y que hoy, junto a su hijo Chalo, encuentre la paz perfecta que solo Dios puede dar.
Marina será eternamente recordada y profundamente extrañada.
Los servicios fúnebres se llevarán a cabo:
Viernes 12 de diciembre de 2025.
Velacion: 4:00 - 5:00 p.m.,
Servicio religioso: 5:00 - 6:00 p.m.
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